Relato erótico fiesta en la quinta
Relatos

Fiesta en la piscina, una aventura swinger

A ese fin de semana largo no le faltó nada. Hubo una quinta, una piscina, dos parejas y muchos deseos de conocerse mejor entre todos. Quien cuenta la historia es mi amiga Carla, una de las protagonistas de esa aventura swinger en la que hubo de todo.

Antes de pasar a la anécdota de Carla, quiero dar mi opinión sobre el sexo grupal. A mí, la verdad, no me atrae esto de darse todos contra todos, porque me da la impresión de que, para que salga bien, se necesita organizar y planificar bien todo… si no, no sé cómo se hace. Y en el sexo, las cosas organizadas y planificadas me limitan la espontaneidad… no puedes ponerte creativa, no puedes sorprender, no puedes improvisar cosas nuevas… Pero como no conozco del tema (lo más cerca que estuve del sexo grupal fue un trio) le cedo el espacio a la experta Carla.

La aventura swinger de Carla

En esta historia hay una piscina, una quinta, y cuatro personas. Yo una de ellas. Los hechos tuvieron lugar durante uno de los últimos findes largos que hubo en 2022, cuando empezaron los primeros calores. A Sebas (mi chongo) y a mí nos invitaron a la quinta de un amigo suyo.

En la quinta nos esperaban el amigo de Sebas, Fernando, y su novia, Emilia. Fer y Emi son un poco más jóvenes que nosotros, pero re buena onda. A poco de llegar ya nos habíamos hecho amigos. Y eso que yo soy medio de guardar distancia con gente que recién conozco. Pero con ellos estaba todo más que bien.

Nadamos un rato, después nos sentamos en la escalerita, nos abrazamos, nos besamos, y nos empezamos a calentar un poco.
Nadamos un rato, después nos sentamos en la escalerita, nos abrazamos, nos besamos, y nos empezamos a calentar un poco.

Ese día fue un típico día de quinta: piscina, asado, charlar, tomar sol… Después, por la noche salimos a cenar afuera, y al volver a la quinta, Seba y yo fuimos a nuestra habitación. Pero yo me puse a mirar la piscina por la ventana. Estaba hermosa… con una iluminación tenue, el agua tranquila… se veía muy tentadora. Le dije a Sebas que por qué no íbamos a nadar un rato. Me dijo que sí, pero que no hiciéramos ruido, por si Fer y Emi querían dormir. No le prometí nada… y fuimos.

Chapuzón nocturno

Nadamos un rato, después nos sentamos en la escalerita, nos abrazamos, nos besamos, y nos empezamos a calentar un poco. Sebas me estaba desatando el corpiño de la bikini justo cuando aparecen sigilosamente Fer y Emi, que también se venían a pegar un chapuzón nocturno. Yo enseguida me puse de vuelta el corpiño y Fer nos dijo, como pidiendo disculpas, “hagan de cuenta que no estamos”.

Seba y yo seguimos con lo nuestro, pero a pesar de lo que había dicho el dueño de casa, nos empezamos a sentir un poco inhibidos. Yo, al menos, ya no me sentía tan cómoda.

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Empresaria y narradora de anécdotas propias de alto contenido erótico.