Tocando el cielo con las manos

Esta historia comenzó cuando mi amiga Marita finalmente me convenció para salir a la noche, con ella y un grupo de amigos. Yo había terminado una relación poco tiempo atrás, y no estaba con ánimo de empezar a salir de joda, conocer tipos, y esas cosas. Pero mi amiga es muuuy insistente. Y todos los fines de semana me insistía para salir, hasta que un día me ganó por cansancio y me convenció.

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Fuimos a un lugar tranqui a tomar algo, y yo medio que pegué onda con uno de los amigos de Marita, un mexicano de nombre Rafael. En un momento de la noche, Rafael me ofreció llevarme a pasear en su auto nuevo. Honestamente no me pareció una propuesta muy atractiva… a mí no me impresionan los autos, ni nuevos ni viejos. ¿Y eso de llevarme a pasear? ¿Qué soy, un perrito? Pero, otra vez apareció Marita usando su poder de convencimiento y más o menos que me empujó adentro del auto de Rafael, y creo que hasta se quedó mirando mientras nos íbamos, para asegurarse de que no me bajara. Igual yo la quiero a Mara, es una buena amiga.

Pero en fin. El auto de Rafael tenía ese olor a auto nuevo y estaba impecable, parecía recién sacado de la concesionaria. Empezó a manejar y ni le pregunté a dónde iba. Lo dejé que me llevara a donde quisiera, mientras yo me dedicaba a mirar las luces de la ciudad, la gente, los autos… es que de verdad hacía mucho tiempo que no salía de noche.

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