Relato de una noche tormentosa
Este relato de una noche tormentosa es una historia real, ocurrida hace casi tres años. Fue el disparador de una serie de hechos que casi terminan con mi vida, pero que a la vez le dieron vida a mi hija (son increíbles las ironías del destino). Me duele recordar todo esto, pero estoy haciendo el esfuerzo por escribirlo. Quizás de este modo logre evitar que los recuerdos de lo ocurrido me atormenten en las noches de insomnio. Les cuento la historia de cómo conocí al vecino que me espiaba por la ventana, y que tiempo después se convirtiría en el padre de Francisca.
Fue un domingo a la noche.
Antes de que se largara la tormenta, estaba tirada en la cama mirando la tele, en bombacha y remerita. No hacía frío, así que estaba con la ventana abierta. En un momento noté algo así como un destello proveniente de la ventana de mi vecino Marcos. Indudablemente el destello era del vidrio de sus largavistas. Me estaba espiando otra vez. No le di bola, pero como jugando me empecé a poner en pose, mostrándole un poco el culo, levantando los brazos y poniendo las manos atrás de la nuca, etc. Me resultaba divertido provocarlo un poco mientras miraba nada en la tele.
Hasta que se desató la tormenta. Empezó a soplar el viento huracanado y al toque se cortó la luz. Me acerqué a la ventana para cerrarla y justo cayó un rayo que iluminó todo, incluyendo la ventana del otro edificio, donde vi con toda claridad a mi vecinito. Lo saludé, pero después del rayo no sé si él podría verme.
Fui a poner la pava al fuego para preparar el mate y volví a la ventana a ver cómo caía la lluvia. Enseguida cayó otro rayo y vi la ventana de mi vecino, pero esta vez vacía. “Se habrá aburrido”, pensé. Fui a preparar el mate y me lo traje cerca de la ventana. Encendí un par de velas y me puse a leer un libro.
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