Tarde lluviosa
Un relato de ficción erótica.
Me decidí a terminar un cuento erótico de ficción, que no tuviera nada que ver con mis experiencias personales, así que aquí va. Espero sus comentarios…
Si te gusta más escucharlo que leerlo, te ofrezco la versión podcast de este relato:
Escucha “Tormenta de verano – Episodio 1” en Spreaker.Tarde lluviosa
Después de dudarlo un rato, Hernán se decidió a desabrocharse otro botón de la camisa, dejando que se viera su pecho casi hasta la altura del esternón. No le gustaba ese “look”, le parecía más propio de los tipos ridículos que quieren que todos vean que se matan haciendo pectorales en el gimnasio. Pero el calor era insoportable. Su camisa ya estaba empapada en las axilas y en la espalda. No era en absoluto una situación ideal para una primera cita, aún cuando, en ese caso, se tratara más bien de una “primera trampa”.
Estaba usando su hora de almuerzo del trabajo para encontrarse con ella, aunque había avisado que posiblemente tardaría un poco más de una hora, ya que aprovecharía para “ir a hacer un trámite”. Sus compañeros lo cargaron a más no poder, recomendándole hoteles económicos y ofreciéndole preservativos. Pero él respondió simplemente con silencio y con cara de “no sean pelotudos”; aunque en ese caso estuvieran acertados en sus sospechas.
La plaza tampoco era el lugar más apropiado para un encuentro de mediodía. Además del insoportable calor, la situación se agravaba con perros paseando, niños jugando y madres chismosas que parecían querer observar un hecho ilícito para denunciarlo a los cuatro vientos.
Impaciencia
Ella no llegaba, y los minutos corrían a pasos agigantados; preciosos minutos que descontaban de esa escasa hora y media que estimó ante su jefe que pasaría fuera de la oficina.
Su camisa parecía arder. Quería arrancársela y retorcerla para exprimir de ella los litros de transpiración que cargaba. Ya no sabía si transpiraba más por los nervios o por el calor.
Un nubarrón oscuro se acercaba belicosamente al sol, seguido de otras nubes igualmente agresivas.
Él miraba para todos lados, esperando detectar a su amiga. No le conocía la cara, sólo sabía que se iba a presentar con un short de jean desflecado y una remerita blanca. Muchas mujeres pasaban con un atuendo como ese, pero ninguna coincidía con la contextura del cuerpo que había visto días atrás por la webcam. Aunque sólo lo había visto desnudo, estaba seguro de que no tendría problemas para reconocer a ese excitante cuerpo incluso con la ropa puesta.
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