Secretos y misterios develados de la anatomía erótica
Anatomía erótica o anatomía erógena es aquella que trata de las partes del cuerpo que cumplen una función erógena, es decir, que transmiten placer sexual al cerebro. En particular, los órganos genitales no reproductivos.
Empecemos aclarando un concepto que los sexólogos enfatizan bastante (y que yo misma he señalado en otros artículos, como cuando hablé de las zonas erógenas de la mujer): todo el cuerpo es erógeno, cada una de sus áreas expuestas es fuente potencial de placer. Desde el cuero cabelludo hasta las puntas de los pies (especialmente las puntas de los pies 😊). Entonces, el concepto de anatomía erótica o anatomía erógena se vuelve un poco difuso, ya que, para abarcarlo en su totalidad, deberíamos hablar de cada una de las partes expuestas del cuerpo.
Pero, para no dispersarnos, concentrémonos en la anatomía erótica genital, es decir, las áreas genitales del cuerpo humano que no cumplen una función reproductiva. Estas partes son las más interesantes en cuanto al placer y la satisfacción. Pero también son las que más guardan secretos, particularmente en el caso de las partes sensibles de una mujer, es decir, la anatomía erótica femenina. Imprescindible conocerlas para hacer gozar a cualquier mujer.
En este artículo me propongo desmitificar ideas erróneas y revelar los secretos y misterios sobre la anatomía erótica, para que tengamos un mayor conocimiento de nuestros propios cuerpos y de los de nuestras parejas. El objetivo final es, simplemente, aprender a darnos más placer unos a otros.
Tabla de contenidos
¿Qué es la anatomía erótica?
Como siempre aclaro cuando se me da por escribir sobre sexualidad, anatomía humana y demás, yo no tengo ningún conocimiento académico de estos temas. Todo lo que cuento proviene de mi propia experiencia o de cosas que he leído por ahí. Hecha la aclaración, veamos de qué se trata todo esto.
La anatomía erótica o anatomía erógena es el estudio de las partes del cuerpo humano que cumplen la función de producir alguna clase de placer sexual cuando reciben un estímulo. Si bien la anatomía erótica no está directamente ligada con la reproducción, tiene influencia en la actividad reproductiva y guarda relación con los órganos reproductivos, por lo que hay claras y obvias diferencias entre la anatomía erótica femenina y la anatomía erótica masculina.
El propósito de conocer mejor nuestra anatomía erótica es, simplemente, aprender a darnos más placer unos a otros.
– Fátima Medina.
Anatomía erótica femenina
Cuando se habla de secretos de la anatomía erótica, el tema se enfoca más que nada en la anatomía erótica femenina, ya que es la que tiene más cantidad de aspectos desconocidos. Yo me pregunto por qué, a esta altura de la evolución humana, todavía hay un desconocimiento tan generalizado de las partes sensibles del cuerpo de una mujer. Y la respuesta es que en todos los siglos que llevamos evolucionando, a las mujeres se nos enseñó a mantener nuestra anatomía sexual lo más escondida posible. Y se nos educó para creer que lo correcto es exponerla sólo cuando nos llega el momento de usarla con fines reproductivos.
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Además, los genitales erógenos femeninos están más ocultos que los masculinos, entonces el camino para llegar a ellos no es tan obvio. Y el desconocimiento no sólo corre por cuenta de los hombres. Muchas mujeres desconocen los detalles de su propia anatomía erógena. Muchas mujeres probablemente no tengan certeza de dónde está su clítoris, otras creerán que sus genitales son desagradables o incluso deformes, aún sin haberlos observado jamás en un espejo ni tampoco haber visto otros.
El resultado de este desconocimiento es insatisfacción sexual, principalmente al relacionarse con hombres. La mujer desconocedora de su propia anatomía sexual esperará que el hombre sepa cómo acariciarla, cómo estimularla y excitarla, cómo darle placer, aún cuando ella no sepa cómo hacérselo a sí misma. Las mujeres tenemos la responsabilidad de explorar y descubrir nuestros cuerpos. Debemos aprender a acariciarlo, entender su funcionamiento, descubrir sus zonas sensibles y encontrar las formas de alcanzar el orgasmo. Obviamente que el hombre debe hacer lo mismo con su cuerpo. Pero para el hombre es mucho más fácil: toda su anatomía erógena está ahí a la vista, y la forma en que sus órganos reaccionan a cada estímulo es evidente.
Cómo se compone la anatomía erógena femenina
El conjunto de los genitales externos femeninos se denomina vulva (de la cual la vagina es una parte, y no la totalidad, como muchos piensan) y en ella se encuentran las zonas de máximo placer en la mujer. La vulva está formada por las siguientes partes o zonas sensibles de la mujer:
Monte de Venus o pubis
La parte inferior del vientre femenino, ese triángulo que se forma entre las piernas, es el denominado Monte de Venus, también llamado pubis (nombre que comparte con su equivalente en la anatomía masculina). En las mujeres adultas, el pubis se cubre de vello. La abundancia de tejido adiposo en la zona del monte de venus hace que sea carnosa y blanda.
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Labios mayores
Allí donde el monte de Venus comienza a hacerse angosto aparecen los labios mayores. Están cubiertos de vello y, al igual que el pubis, son carnosos y blandos por estar formados por tejido adiposo. Su color suele ser algo más oscuro que el resto de la piel.
Debajo de los labios mayores se esconden los bulbos vestibulares. Estos son dos bultos de tejido eréctil con forma de clava, simétricos, situados a ambos lados del orificio vaginal, que producen gran excitación cuando se los estimula al ejercer una ligera presión sobre los labios mayores.
Labios menores o ninfas
Rodeados por los labios mayores se encuentran los labios menores, también llamados ninfas. No tienen vello y son pliegues más suaves que los labios mayores, al no contener tejido adiposo. Durante la excitación erótica se hinchan y se ponen oscuros. Son sumamente sensibles a las caricias, produciendo gran excitación cuando se los estimula con delicadeza.
Perineo
La zona diminuta ubicada entre la parte inferior de los labios menores y el ano se denomina perineo, y se trata de un área extremadamente sensible. Cuando me masturbo me excita muchísimo acariciar esa zona ejerciendo un poco de presión, y supongo que a muchas mujeres les debe pasar lo mismo.
Clítoris
El clítoris es la diva, la estrella, la protagonista principal, de la anatomía sexual femenina. Su única función es darle placer a su dueña. No existe ningún otro órgano, ni en el cuerpo del hombre ni en el de la mujer, cuya única función sea actuar como una usina de placer.
La parte conocida, visible, del clítoris, situada en la unión de los labios menores, es en realidad la punta del iceberg de un sistema complejo – llamado complejo clitoral – que se oculta debajo de ese sutil montículo con forma de poroto que constituye apenas el glande del clítoris. Un roce suave (muy suave) sobre ese montículo nos produce un enorme placer. En los momentos de excitación, el clítoris concentra una cantidad de sangre similar a la que confluye en el pene del hombre para ponerlo duro.
Vagina
La vagina es el conducto diseñado por la naturaleza para facilitar la entrada del pene en el organismo femenino y la carrera de los espermatozoide por encontrar al óvulo. Su diseño es casi una obra de ingeniería: sus paredes son elásticas para ensancharse cuando ingresa el pene. En ellas además hay unas glándulas (las glándulas de Bartolino) que segregan el lubricante que facilita la intrusión del órgano masculino. Durante el orgasmo se contrae, para intensificar la sensación de placer en el hombre y acelerar su eyaculación. Dicho de otra forma: la vagina está hecha para ustedes, señores, así que úsenla bien.
Una pregunta clave: ¿la vagina es en sí misma una generadora de placer, como lo es el clítoris? Ahí surge una polémica, alimentada por los dichos de Freud, quien creía saber mucho sobre sexualidad femenina. El padre del psicoanálisis decía que el orgasmo “verdadero” es el vaginal. Cosa que a mí, personalmente, me parece una boludez.
Pero dejando la misoginia clásica de lado, lo cierto es que hay una sección de la vagina que se llama plataforma orgásmica, que es la que se engrosa y se vuelve más sensible durante la excitación sexual. Esta zona es abrazada por las raíces del clítoris y en su interior se encuentra el famoso punto G: una pequeña área de textura rugosa que se ensancha cuando nos excitamos. O sea, hay un conjunto anatómico dentro de la vagina diseñado con el único propósito de producir placer durante el coito.
Entonces, ¿cuál es la mejor forma de estimular a la vagina para que produzca placer sexual? Empecemos por derribar el mito de que, para gozar más y mejor, las mujeres necesitamos que nos la “metan hasta el fondo”, que nos penetran con brutalidad, o que nos la metan y saquen frenéticamente y a toda velocidad.
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Si bien las mujeres no somos todas iguales y no nos excitamos todas de la misma manera, basándonos únicamente en el diseño de nuestra anatomía erógena, se puede decir que la zona más sensible de la vagina – y la que más placer nos produce – es esta plataforma orgásmica, situada en el primer tercio del canal vaginal. De esto se deduce que, para causarnos un orgasmo vaginal, la más efectivo es estimular las paredes de la vagina más cercanas al exterior, es decir, al orificio vaginal, también llamado introito. Esto va para los hombres que intentan inútilmente llevarnos al orgasmo metiéndonos los dedos y explorando como si intentaran encontrar una moneda que se cayó por el desagüe.
El ano y sus alrededores
El ano es una zona un tanto polémica. No hay duda de que se trata de una zona erógena. Y no sólo para las mujeres; es igualmente erógena para los hombres, aunque a muchos les cueste admitirlo. Pero aunque su estimulación produce mucho placer, su penetración puede resultar dolorosa.
El problema del ano es que está rodeado por un músculo circular (el esfínter), que no está diseñado para estirarse de la misma forma en que lo hace la vagina. Si el esfínter no está completamente relajado, su estiramiento produce dolor y puede llegar a desgarrarse. Además, el ano no cuenta con lubricación propia como la vagina, por lo que su penetración requiere alguna forma de lubricación añadida para no lastimarlo y para maximizar el placer.
Pero el canal anal no es la única parte erógena del área situada entre las nalgas. El área que rodea el ano también es muy receptiva a los estímulos. Las caricias en esta área producen placer a hombres y mujeres por igual. Vamos muchachos, admítanlo, no van a ser menos hombres por reconocerlo.
Pero atención: no hay que dar por hecho que a todas y a todos nos gusta la estimulación o la penetración anal. Para disfrutarla, tiene que ser deseada y aceptada. Así que, ante la duda, preguntar antes de proceder.
Cómo se compone la anatomía erógena masculina
Lo bueno de la anatomía erótica masculina es que es difícil de esconder, entonces prácticamente no tiene secretos. Sin embargo, viene bien conocer algunos detalles que no son tan obvios, ni para nosotras ni para ellos.
Anatomía sexual masculina externa
El pene y el escroto son las partes visibles de la anatomía sexual masculina. El pene está formado por un tejido esponjoso que se llena de sangre en los momentos de excitación, lo que hace que se pare y se ponga duro. El pene puede adoptar distintas formas al momento de la erección: algunos se mantienen curvos (con forma de banana) y otros se mantienen rectos. Ambas características son normales, y es algo interesante por que, antes de ver la erección de un hombre, podemos tratar de adivinar (o incluso hacer apuestas) si su pene se curvará al ponerse duro o si se quedará recto.
Algunas estadísticas que leí por ahí dicen que el pene erecto de un adulto mide más o menos entre 12 y 18 cm. Honestamente nunca tomé medidas, pero teniendo en cuenta esa estadística, estimo que todos los penes que he visto erectos se encuentran dentro de ese rango. Un dato curioso es que el pene flácido puede ser muy, muy pequeño, y luego, al pararse, adoptar un tamaño perfectamente dentro de lo normal. Por eso, no hay que reírse del tamaño de un pene flácido, ni sacar conclusiones sobre su rendimiento, antes de verlo en funcionamiento.
El glande
La cabeza, punta o – como yo lo llamo, el “casquito” – del pene se denomina glande. En el centro del glande se encuentra la abertura de la uretra, que es por donde salen todos los fluidos que eyecta el pene: orina, líquido pre-eyaculatorio y semen. Dicen que el glande es la parte más sensible del pene, y muy probablemente sea cierto, a juzgar por la cara de satisfacción de sus dueños al lamerles o chuparles esta parte.
Algo que aprendí del glande es que no hay que acariciarlo en seco, ya que su piel es muy delgada y en la erección se pone muy tirante. Me han dicho que acariciar el glande en seco produce irritación y que es bastante doloroso.
Tronco o cuerpo
(me gusta más llamarlo “tronco”, como si todo el conjunto fuera un arbolito). Está formado por los tejidos eréctiles que se llenan de sangre durante la excitación sexual y provocan su endurecimiento. Igual que nuestro clítoris. El tronco es sensible a los estímulos eróticos, pero no tanto como el glande. Es por eso que la estimulación del tronco es preferible a la del glande cuando se busca excitar pero sin apurar la eyaculación.
Escroto
Suena a insulto, ¿no? Como algo que gritaría un colectivero enojado… “¡aprendé a manejar, pedazo de escroto!” No, pero en serio, el escroto es la bolsa de piel que contiene los testículos, y su función consiste en mantener a éstos a la temperatura adecuada para producir espermatozoides. Como si fuera una incubadora para espermatozoides bebés… ¡me muero de ternura!
El escroto es sumamente sensible y su estimulación le produce muchísimo placer a su dueño. Algo parecido, según dicen, al estímulo de nuestros labios inferiores. Pero atención: al escroto se lo debe tratar con extremo cariño, ya que cualquier golpe o apretón en los testículos le produce a su dueño un dolor (según ellos) indescriptible. Se ve que no saben lo que es parir…
Perineo
En el caso de los hombres, el perineo es la zona diminuta situada entre el final del escroto y el ano. Igual que en nosotras, el perineo en los hombres es extremadamente sensible. Me consta que acariciarles esa parte, apretándola un poquito, les provoca un enorme placer. Y hacerlo en simultáneo con el sexo oral los vuelve completamente locos. Doy fe.
Ano y alrededores
Como dije antes, esta parte de la anatomía erótica puede ser tan placentera para los hombres como para las mujeres. Lo único que me atrevo a agregar, tratándose de anatomía masculina, es que el placer anal en los hombres se asocia erróneamente con la homosexualidad. No lo digo yo, lo dicen los sexólogos. Cualquier hombre, por muy macho que sea, puede disfrutar de la estimulación del ano y zonas aledañas. Si le gusta, debe admitirlo sin sentir vergüenza. Y si no le gusta, no se lo toca. Lo mismo para nosotras: si no nos gusta, no nos lo hagan.
A explorar
Con todo esto que escribí espero haber contribuido a derribar mitos y develar secretos de la anatomía erótica, tanto de las mujeres como de los hombres. Recordemos que conocer mejor esta parte de nuestra anatomía ayuda a tener relaciones de pareja más honestas y satisfactorias.
A modo de conclusión, quisiera aconsejarle a todo el que haya leído esto que explore tanto el cuerpo de su pareja como el suyo propio. Que investigue, que recorra todas las zonas que describí y que experimente, que observe qué efectos produce la estimulación de cada parte, y en qué forma se la puede estimular mejor.
Anímense y escriban en los comentarios. Cuéntenme qué les pareció, compartan sus experiencias y pregúntenme si tienen alguna duda. Compartamos, que hace bien.
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