Lujuria, mi pecado favorito
Desde que nos contaron la historia de Adán y Eva, la manzana y la serpiente, creemos que el deseo sexual y los placeres carnales son algo prohibido y condenable. Eso es por que nos enseñaron que la lujuria es un pecado capital. Pero la realidad sobre la lujuria es bastante diferente.
La lujuria tiene muchas caras (igual que el diablo, según dicen). Tiene una cara agradable, la de la lujuria “divertida”, que no daña relaciones de pareja, sino que más bien contribuye a reforzarlas. Y una cara desagradable, que se muestra cuando la lujuria se convierte en un vicio que lleva a las personas a causarse daño a sí mismas y a dañar a sus seres queridos.
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