El fin del falocentrismo en el sexo
Hablemos del coitocentrismo: esa creencia de que no puede haber sexo sin coito – es decir, sin que un pene se introduzca en una vagina. Dejando de lado las discusiones sobre qué es sexo y qué no es sexo, cuando hablo de terminar con el falocentrismo en el sexo me refiero a que las mujeres no estamos incompletas ni insatisfechas por no tener un órgano sexual masculino que se nos meta dentro.
En mi país se usa mucho la expresión “quién la tiene más grande” significando “quién es el líder”, “quién es el que domina”, “quién pone las reglas”. La popularidad de esa expresión nos permite ver con claridad qué tan profundamente arraigado está el falocentrismo en nuestra cultura: el que tiene el pene más grande es el jefe. Y las que no tenemos pene, debemos resignarnos a estar eternamente sometidas a la autoridad de quienes sí lo tienen.
Mencioné a mi país, pero el falocentrismo no es algo propio de una geografía o una cultura. Las mujeres hemos sido excluidas desde siempre de los espacios de poder y decisión, legitimando al falo como símbolo de autoridad. Es verdad que, en las últimas décadas, el feminismo ha comenzado a desafiar esa histórica desigualdad entre géneros, pero hay un ámbito en donde el falocentrismo sigue siendo aceptado como norma: el sexo.
Sexo sin pene
Hoy no nos sorprende ver a mujeres en posiciones de poder. En la política, en las empresas, y ni que hablar de los grupos de padres en las escuelas y jardines de infantes. Pero, ¿qué pasa cuando esas mujeres necesitan placer sexual? Cuando se quitan la ropa y dejan a un lado sus roles, ¿vuelven a ser mujeres indefensas, incompletas, que necesitan un falo que las satisfaga, que les dé el placer que buscan? No me parece.
Hay otro “centrismo” (además del falocentrismo) que hay que desmantelar: el coitocentrismo. El coitocentrismo es la creencia de que el coito es el centro, la parte fundamental de toda relación sexual. Que el sexo no puede ser completo ni placentero si no hay un pene que se meta en una vagina.
Para continuar leyendo, necesitás estar suscripto a este blog. Si tenés un usuario y contraseña, ingresalos para poder acceder al resto del contenido. Si no, registrate completando los campos de abajo (¡ES GRATIS!).