
El sucio encanto de la salirofilia
El hecho de ensuciarse durante un encuentro sexual tiene connotaciones excitantes y perversas. Es una forma de soltar inhibiciones, de desatar los deseos que sólo tienen cabida en la más secreta intimidad. El momento en que liberamos esos deseos es cuando sacamos a relucir nuestro gusto por la salirofilia: un impulso por ensuciar, denigrar o cubrir de basura a nuestra pareja sexual.
Hasta qué punto estamos dispuestos a dejar que nuestra pareja sexual nos cubra de mugre y basura para excitarse sexualmente? ¿Y hasta qué punto estamos dispuestos a hacerle lo mismo? La respuesta a ambas preguntas depende de cuánto nos guste la salirofilia, un fetichismo o juego erótico que consiste en denigrar, ensuciar (en Argentina diríamos “enchastrar”) o cubrir de basura a la persona a quien deseamos y con quien tenemos una interacción sexual. Ojo: no hay que confundir a la salirofilia con otro fetichismo, llamado salofilia, que es un poco más raro. La salofilia es la obtención de placer sexual a partir de desechos corporales salinos, como orina o sudor. Vamos, no sea hagan los sorprendidos… ¿Cuántos de ustedes no han fantaseado alguna vez con la idea de recibir una lluvia dorada?
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